Álvarez, el piloto que le ganó a la vida

“¿Por qué caemos?, para levantarnos más fuerte”. Esa frase resume la vida de Jorge Álvarez (47). El piloto de San Javier volvió el fin de semana a correr en el Superbike Argentino, luego de su grave accidente que tuvo mientras corría en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez de Buenos Aires. Claro que ese proceso no fue fácil.

Todo comenzó en los ensayos de la primera fecha del Superbike Argentino 2020, cuando se despistó con su Kawasaki Ninja 1000cc y quedó enganchado a la moto que por el impacto se prendió fuego. Eso hizo que parte de su cuerpo se quemara. Las heridas se curaron y la moto se reconstruyó, pero cuando todo parecía encaminado para volver apareció el miedo y los problemas psicológicos que lo bloquearon.

“Mi accidente fue en el Gálvez, pero el problema lo tuve en Concordia que era mi circuito de entrenamiento. Cuando me dieron el alta médico de las heridas en la piel, fui a Concordia y me bloqué, parecía que no sabía manejar una moto y la cabeza se me llenó de preguntas e inseguridades”, recordó Álvarez sobre aquellos primeros días.

Fue en aquel momento de dudas y desconcierto en el que Alvarez recordó los momentos más duros que le tocó vivir. A los 17 años perdió a su mamá y se enfrentó a su padre y decidió alejarse de él y quedo solo en la vida. Dejó su San Javier natal y vino a vivir a una pensión en Posadas, donde no tenía para comer. “Empecé literalmente de cero y nunca bajé los brazos. Una noche me fui a la plaza porque tenía hambre y no podía dormir. Una persona en situación de calle, me vio y me convidó la mitad de su hamburguesa, nunca me olvido de ese momento. Después unos amigos me dieron un trabajo para empezar a vender camiones y fui creciendo, gané el premio a mejor vendedor de camiones del país y después abrí mi empresa. Un día, yo ya tenía mi camioneta y casi choque a esa persona que me había ayudado aquella noche. Me baje y lo abrace, llore y le agradecí aquel gesto que me cambió la vida”, rememoró.

Si Álvarez había salido de aquel pozo, salió adelante y se transformó en un empresario, este miedo que lo paralizaba y que no lo dejaba disfrutar de su pasión por el motociclismo, no podía ser un impedimento, pero necesito ayuda profesional, contención familiar y consejos de sus colegas del campeonato misionero de motociclismo.

“Iba a entrenar, daba dos vueltas y vomitaba de los nervios y el miedo, así literal, tenía todas las inseguridades en mi cabeza. Fui a mi médico le pedí que me haga todos los estudios, me hizo todo y salía bien y un día me dijo ‘vos tenés que ir al psicologo’ y me dio la tarjeta de otra persona que fue clave en mi recuperación la psicóloga Victoria Pizarro. Yo no creía en los psicólogos, pero ella me ayudó muchísimo”, recordó.

Álvarez habla así crudo, y cuenta su trauma sin miedo: “porque por ahí hay una persona que esta pasando por lo mismo y no encuentra la salida, pero siempre hay que pedir ayuda, que las personas que realmente te quieren van a estar. Nunca hay que bajar los brazos y siempre hay que pelear por lo que a uno le apasiona”.

“Mi señora Lorena y mis hijos Tomas (17) y Martina (11) nunca me dejaron solo, me apoyaron cuando yo estuve mal y tampoco me olvido de cada entrenamiento que tuve con Damián Gauna (su rival en el provincial), que siempre me decía ‘dale vos podes’ ‘no bajes los brazos, seguí’. Mi dieron tanto amor que lograron lo imposible, que vuelva a correr y disfrutar arriba de la moto”.

El fin de semana volvió a lugar donde sus miedos más profundos habían marcado los tres últimos años de su vida, el Autódromo de Concordia. Y los enfrentó: “cuando tomé la curva 1, que se hace a fondo, apreté el acelerador y me saqué esa mochila que me acompañó tres años y ahí dije listo estoy de vuelta. Clasifique 3ª y si no pasaba ese problema con la moto –tuvo una falla en la inyección electrónica- estaba para ganar en mi categoría”, comentó emocionado.

Para el final recordó las palabras de su tío Rulo, que fue con quien se crio “siempre me decía dos cosas ‘cuando te den un zapato dos talles menos que el tuyo, pone una piedra en la punta y seguí caminando’ y lo otro que nunca me olvido es ‘cuando más grande sea el problema que tengas más fría debe estar tu cabeza’.

Álvarez apuesta a correr toda la temporada del Superbike, dentro de la categoría Stock Bike Open y más allá del resultado que venga, lo importante para él es “disfrutar de lo que hago, puede que no gane nada, pero tengo el premio más importante le gané a la vida y a mis miedos”.

 

Fuente: Pablo Lizarraga/ El Territorio

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